viernes, 18 de febrero de 2011

Boggio, era un día de despedida.

Cuando nos cruzamos con Pulti caminando la noche del 30 de enero por Playa Grande, solo fue para pedirle tu teléfono. Fernando dijo: - seguro esperaba que nos quejáramos de algún bache marplatense. Con asombro, cortó una comunicación y nos quedamos hablando unos diez minutos de vos, nos dio un celular y al día siguiente nos estaba pasando la manera de ubicarte.

Raro que contestaras un número celular. Fuimos directo a un cafecito, lleno de cuadros y un jardín atrás. Raro también que a las seis de la tarde te encontráramos después de ocho años de no vernos. Sorpresa para todos, y mucha alegría. Siempre flaco, con la misma media pelada y un atuendo boggiano lleno de collares, fuera de todo movimiento estético actual. Siempre Boggio y que todos se la chupen.

Nos sentamos con gaseosa helada y vos tu whisky, en una hora, sin detalles, nos abrazamos muchas veces y hablamos. Como siempre nos llenaste de consejos. Pude decirte todo lo que siento y he sentido desde que te conozco. El profesor fue la anécdota. Creo que nunca llegaste a percibir lo que nos has dado a cada uno: nos diste sustento, materia con la que poder trabajar, asirnos a la vida, moldearla y hacérnosla. Nos diste garra, desparpajo, descaro, impertinencia, pura pasión. Solo pasión.

Pude decirte, ése día, que fuiste – sos – una bisagra fundamental en mi vida. Mi vida, una vida común de una persona común, condimentada con cada cuento de Borges, Cortázar, Galeano, Eco, Saenz, Onetti, Blanstein, Castillo, Bioy y miles. Pasión a la literatura que es “descubrir lo que está y no se ve” o “un poco de locura que nos salva de la locura absoluta”. Y así como me hiciste tamaño regalo, sé que a todos quienes pasamos por esos extraordinarios talleres tuyos nos abriste un universo impresionante, con la posibilidad de la creación, de todas las posibilidades de la propia creación sin límites.

Daniel, ¿te diste cuenta de eso? - Yo sé, yo sé me contestaste, cortándome la frase; por suerte insistí y también te dije que te quiero, mucho. Que has sido un amigo, pero sos un maestro.
Eso fue el 31 de enero. – Cuándo vuelvan en febrero, me llaman a casa y les hago un asado. Daniel, quiero ese asado.
-Cris-


http://www.lacapitalmdp.com/noticias/Espectaculos/2011/02/18/173430.htm?ref=ar

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