Rubén siempre me dice cosas. Cosas que no quiero pensar muy profundamente, porque luego viene Violeta y desde sus seis años dice - no me gusta la muerte porque se termina todo, todo!; para que entonces vivimos?, pero no entiendo! para que vivimos? yo no quiero morirme… mamá…. y llora y tiene miedo y siente ese vacío que conozco, que conocemos, que todos conocemos. Y me imagino el mismo vacío en el hambre y en el frío y la misma pregunta, o ya sin pregunta. Y Rubén dice: - hay que contar historias para atravesar los uniformes - entiendo las más máscaras, las durezas, los dolores, los disfraces eternos y genuinos, creíbles pero mentirosos. Él dice: - contar una historia a los hijos para que puedan dormir y otra historia a los amigos para que puedan despertar.
Y pienso una historia, suave y dulce para envolver a mi amor en un sueño tranquilo y verdadero, para que me crea mi insegura seguridad, para que me crea la eternidad, para que me crea que mi amor la alcanza y la guarda. Pienso una historia para vos, no para que duermas, una historia para que latas eterna y sin dudas.
Ahora... amigo, te pido tu parte, por favor. Contame una historia para despertar.